Es muy importante que la columna esté muy recta y el cuerpo muy bien colocado para que no se produzca tensión. El pecho tiene que estar abierto para favorecer la función respiratoria y cardiaca. Las caderas y los hombres tienen que estar alineados para que el abdomen quede liberado. Tiene que haber una postura de apertura para que la energía fluya por todos los chacras (o centros energéticos).
En todo momento permaneceremos conscientes de todo lo que ocurre en nuestro cuerpo y mente.
Podemos meditar simplemente quedándonos quietos y observando nuestra respiración, el latido de nuestro corazón o como observadores de nuestra propia naturaleza.
Observaremos todo lo que aflora en nuestra mente, y lo aceptamos, pero sin juzgarlo, simplemente dejando que pase ante nosotros sin involucrarnos.
Lo ideal será ponernos a meditar sin esperar nada. Sólo observando lo que en ese momento soy y aceptarlo.
Una técnica bastante efectiva para dejar la mente un poco tranquila es visualizar una pantalla blanca frente a uno y proyectar en ella los pensamientos que llegan y observarlos como en una película de cine.
A meditar se aprende meditando. Requiere un tiempo para interiorizarse y que forme parte de nuestros hábitos. La realidad es que cuanto más practicas, mejor te sientes, más te conoces, y más fluyes con el universo.
Y ese fluir sin resistencia ni juicio es la clave de la salud y el bienestar.